Viernes 4 Diciembre
Mar Otra Vez - Concierto Reencuentro + Sagrados Corazones + Pablo und Destruktion + Les Rauchen Verboten + Raúl Espectro
Sala El Sol (C/ Jardines 3) MADRID
21:30h
Entrada: 12€ Anticipada
15€ Taquilla
MAR OTRA VEZ Reencuentro 2015. Ruido providencial Con motivo del 30º aniversario de la edición del primer Mini-Lp de Mar Otra Vez, No he olvidado cómo jugar embarrado/Fiesta del diablo y el cerdo (GASA. 1985), la formación original nos hemos reencontrado, providencialmente, tras tres décadas de separación. La entrada de Julián Sanz en CADUD y en mi orquesta actual, y un documental titulado Monopatín, propiciaron que Gerardo Romera, skater veterano, teclista de Cuatrocientosveintinueve Engaños y fotógrafo oficial de Mar Otra Vez, Luis Corchado y yo volviéramos a vernos las caras hace un par de años en una carrera de slalom. Esto nos indujo a concertar una cita con Javier Rodrigo en el clásico bar madrileño El Brillante, el jueves 18 de septiembre de 2014. Allí y en los siguientes bares a los que acudimos aquella noche Julián, Luis, Javier y un servidor, urdimos una reunión de Mar Otra Vez para este año 2015. Pero nos faltaba alguien. A partir de ahí iniciamos una investigación detectivesca por las redes para encontrar a Andrews Wax, que puedo asegurar fue ardua.
Una vez juntos y conectados, alquilamos un local de ensayo en Rock Palace, y nos pusimos a tocar como si el tiempo no hubiera pasado. El tiempo: ese vulgar e irreverente invento humano que nos auto esclaviza. Y surgió de nuevo la inmensa electricidad, la intensidad rabiosa, los susurros, gritos, ritmos imposibles, ruidos asombrosos, guitarras-guillotina disonantes, letras imposibles de encajar y bajos violentos y profundos. Todo registrado por la cámara de Gerardo. Fue entonces cuando constatamos que estamos preparados para volver a subir al escenario. Lo haremos el 4 de diciembre de 2015 en la sala El Sol de Madrid, evento organizado por Indypendientes, con artistas invitados. Y, posiblemente, a partir de ese momento, surja una gira de selectos conciertos y la grabación de nuevas piezas musicales, entre ellas el track 83 de Canción de amor de un día CADUD. Y como no, una reedición especial del disco con material inédito a cargo de Munster Records, con la colaboración de Warner Music.
Paralelamente, y de nuevo providencialmente, fuimos contactados por Alfredo Arnaiz, un admirador de la banda tinerfeño que comenzó la compleja y loable aventura de editar un disco tributo realizado por grupos actuales de no wave y ruido, versionando el primer Mini-Lp al completo, respetando el orden riguroso de las canciones. Los artistas participantes son: Gran Poder: Jonás, Sagrados Corazones: He matado a mi hermana, 2 Juventud Juché: He, Medievo: Canción pequeña II, Les Rauchen Verboten: Ladra, Pablo Und Destruktion: Curiosos, y Raisa: La planta baila.
Breve historia de Mar Otra Vez Es imposible narrar la génesis de Mar Otra Vez sin hablar de Cuatrocientosveintinueve Engaños y La Fundación. Entre 1981 y 1982, Manuel Presas, hermano de Fernie Presas, bajista de Gabinete Caligari, y el que escribe, durante largas caminatas por el Retiro, fumando y bebiendo, pergeñamos la formación de un conjunto que nada tuviera que ver con los grupos internacionales y nacionales de la época, la mayoría influidos por el punk tardío, la Nueva Ola, los New Romantics y el sonido post punk, aquí denominado “siniestro”, tendencias todas que conformaron la lamentable Movida, amparada por el gobierno socialista, que llegaba al poder con mayoría absoluta en 1982, tras el golpe de estado del 23 de febrero de 1981. Discúlpenseme estas someras referencias a la política.
En la Semana Santa de 1982 se produjo el primer ensayo de Cuatrocientosveintinueve Engaños, que tuvo lugar en casa de mis padres (se habían ido de vacaciones). Los vecinos sintieron temblar el edificio de pisos del barrio de los Álamos en Vallecas. Rondábamos los 18 ó 19 años. El conjunto se conformó de esta manera: Manuel Presas a la guitarra eléctrica, Johnny Merayo al bajo, Jesús Rodríguez a la batería, Gerardo Romera a los teclados y Javier Corcobado a la voz, guitarra eléctrica y percusión en bidón de gasolina. Más tarde se unió Charly Puerta al saxo tenor.
Las andaduras nocturnas por Malasaña, el Agapo, El Malandro, La Vía Láctea, El Templo del Gato, etcétera nos hicieron conocer a un sello de punk anarquista, La Cara A, con quienes grabamos una maqueta de dos canciones: El camaleón está cambiando e Historia de amor. Una tarde invernal de ese año 82, Manuel y yo acudimos a Rock-Ola, sala legendaria y lugar donde acudíamos habitualmente a casi todos los conciertos (Iggy Pop, Siouxie and the Banshees, Echo and the Bunnymen, The Durruti Column, The Sound, Spandau Ballet, Derribos Arias, Gabinete Caligari, TDK, Aviador Dro, etc.), y una vez más de manera providencial, nos encontramos con la sala vacía, exceptuando a quien gestionaba por entonces la discoteca y los eventos: Lorenzo, un tipo imponente de casi dos metros, mucho más mayor que nosotros. Ingenuamente le mostramos la maqueta y sorprendentemente subió con la casete a la cabina del disc-jockey, y la puso en el equipo de audio a todo volumen. Nosotros nos sentamos en el borde del escenario, sin ninguna esperanza y alucinados al escuchar lo que habíamos grabado en un equipo tan potente de tantos vatios, mientras esperábamos el regreso de Lorenzo, que reprodujo las dos canciones enteras. Finalmente nos devolvió la cinta y nos dijo: “sois el grupo más raro que he oído en España. Creo que podríais tocar aquí, pero ya en febrero del año que viene (1983)”. Nos dijo que nos pagaría 20.000 pesetas, y cerramos el trato. Sobra decir que Manuel y yo salimos levitando de allí. Íbamos a tocar por primera vez en nuestra vida en Rock-Ola… Y lo hicimos.
En aquel concierto había cerca de 300 personas. Acudieron con mucha curiosidad a ver al grupo más exótico del momento, que aparecía en los fanzines más vanguardistas de la época y que había sido ya emitido por Radio 3. Según íbamos avanzando en el repertorio, había personas que se daban la vuelta con los oídos tapados y gestos de desagrado: salían de la 3 sala poco menos que despavoridos… La adrenalina provocó más violencia sonora en nuestra apasionada y etílica interpretación, en las que cada músico ejercía una melodía disonante respecto a los otros, los ritmos eran primitivos, prendimos fuego al bidón de gasolina con alcohol en la parte superior y las llamas decoraron la escena asustando tanto al personal de Rock-Ola como al resto del público. Al final del concierto quedaron solamente unas 30 personas, algunas de la cuales sigo viendo en los conciertos actuales que realizo en Madrid.
En ese año 1983, la formación del grupo cambió y la calidad en la ejecución musical se vio mejorada por la incorporación al grupo de Julián Sanz, amigo-hermano desde la infancia quien me invitó a cantar en nuestro primer grupo de la adolescencia, Los Presumidos, y que por aquel entonces tocaba el bajo en un grupo muy cercano estilísticamente a nosotros: La Fundación. También se incorporó Javier Rodrigo, amigo de La Fundación y de Manuel Presas. Julián y Javier se alternaban tocando el bajo y la batería. Hicimos dos conciertos más en Rock-Ola y uno en La Gasolinera de Valencia. Fue ya entrado el verano cuando el grupo se separó, pues la mayoría estábamos en edad de ir a la mili. La
Fundación grabó también ese mismo año un single con dos canciones densas e insólitas para el panorama moderno de aquellos primeros 80: Repetición y Todo pensado (para no durar), en la compañía discográfica Tres Cipreses. El guitarrista era Luis Rodríguez Alba, amigo de elevado peinado, que nos contaba entusiasmado que había visto en directo a The Birthday Party en Londres, entre otros grupos, y que compartía con nosotros el placer de escuchar a James Chance and the Contortions, The Pop Group y sus secuelas, Blurt, etc. Su estilo epiléptico de rasgar la guitarra era único. En directo la banda estaba muy cerca de Joy Division, pero eran más disonantes y salvajes en cuanto a la ejecución musical. En La Fundación entró Julián Sanz, sustituyendo a José Lanot, que se curtió con ellos tocando el bajo y haciendo conciertos por España y Francia.
A mí la mili me tocó en Tenerife. Durante 1983-84, Julián y yo mantuvimos una relación epistolar, en la que intercambiábamos letras de canciones, casetes con ruido o embriones de canciones y palabras de verdadera amistad. Así, en la distancia, nació Mar Otra Vez. Tuve, a mitad del servicio militar, la oportunidad de apuntarme y superar un examen para acceder a un curso de cabo topógrafo, pues estaba destinado en el Servicio Geográfico del Ejército de Tenerife, que era donde antaño la gente iba a comprar los mapas, pues sólo el ejército era capaz entonces de cartografiar España y sus islas. El curso se impartía en un cuartel de Madrid y duraba tres meses. Gracias a ello, pudimos ensayar, montar unas diez canciones, grabar una maqueta e incluso actuar en la sala Astoria, pues poseía un pase pernocta, que me permitía salir por la tarde y volver a la mañana siguiente al cuartel.
Mar Otra Vez se consolidó con Julián Sanz al bajo, bidón de gasolina con botella de cristal incorporada y violín, Javier Rodrigo a la guitarra, Luis Corchado a la batería y coros, Andrews Wax al órgano Farfisa y sintetizadores, y yo al cante, la trompeta y el saxo tenor. Luis Corchado fue uno de los skaters veteranos con quien compartíamos las adicciones de patinar y la música. Él mismo, con gran habilidad, se construía elementos 4 de la batería a su medida. Javier Rodrigo era un amigo de Moratalaz que tocaba, según él, humildemente y básicamente la guitarra, pero cuyos gustos y actitudes musicales encajaban con las nuestras, y poseía un estilo propio. Andrews Wax era otro personaje singular, que, según él cuenta, cuando escuchó en la radio Historia de amor de Cuatrocientosveintinueve Engaños, se puso a dar saltos de alegría adrenalínica. La Providencia volvió a intervenir: Andrews ensayaba en el local contiguo al que alquilamos Cuatrocientosveintinueve Engaños en Faico, una nave cochambrosa de Embajadores donde ensayaban tanto Georgie Dann como grupos punk. Pronto empezó a venir al local a hacer ruido con nosotros. Finalmente se convirtió en el teclista de Mar Otra Vez, ya en 1984.
Tras ser titulado como cabo topógrafo, volví a terminar la mili a Tenerife, ciudad en la que me relacioné con músicos y melómanos, y donde empecé a experimentar seriamente con el ruido y los errores sonoros: grababa fragmentos de casetes con el saxo, guitarra eléctrica, cristales rompiéndose, gritos, trompeta, caja de ritmos y todo aquello susceptible de ser grabado con mi Radio Casete Philips monoaural, que estaba dotado con un micrófono incorporado excelente. Luego procedía a sacar toda la cinta magnetofónica de la carcasa; la cortaba con unas tijeras en trozos de unos 30 centímetros; los introducía en una bolsa de plástico; los removía como si fueran bolas de la lotería, y los volvía a unir aleatoriamente con papel celo, operación que me llevaba horas. El resultado lo llamé Ruido despacio, título que tomé prestado de mi primera grabación formal de ruido, junto a mi hermano Gustavo en 1980, y que se ha convertido en una pieza de CADUD.
Ya en otoño de 1984 y liberado de las obligaciones con el ejército, me quedé a vivir en Tenerife, sin intención de volver a Madrid. Fue entonces cuando recibí una llamada de Jesús Rodríguez, que había asumido el management de Mar Otra Vez, comunicándome que había dos compañías independientes interesadas en grabarnos un disco: DRO y Grabaciones Accidentales GASA. Mis compañeros, Julián, Luis, Andrews y Javier insistieron en que era una gran oportunidad. Me dejé convencer, hice las maletas y volví a instalarme en Madrid. Todo fue muy rápido. Ensayamos profusamente para la grabación, compusimos, perfeccionamos la ejecución instrumental y encajamos muchos de los poemas que había escrito en Tenerife en las canciones. Otra de las peculiaridades, dicen, de Mar Otra Vez: cantar cosas inauditas que no casaban con la música pop y no sonaban eufónicas al público en general de aquella época.
Finalmente optamos por GASA, pues DRO simplemente nos ofrecía participar en un recopilatorio de cuyo nombre no me acuerdo. Con Grabaciones Accidentales y en febrero de 1985 grabamos, en dos o tres días, el Mini Lp No he olvidado cómo jugar embarrado/Fiesta del diablo y el cerdo, en este nuevo formato de vinilo, que inauguramos en España. La producción artística y la asistencia en la mezcla fue responsabilidad de Servando Carballar de El Aviador Dro. El disco se editó y poco tiempo después la banda se separó, pues la soberbia y arrogancia juvenil, el hambre de creación dividida en varias intenciones y las circunstancias de cada uno de sus miembros hicieron que nos expandiéramos en distintas direcciones.
Por mi parte, seguí la aventura de Mar Otra Vez, junto a Luis Corchado y Gabriel Arias, guitarrista de La Caída de la Casa Usher hacia un laberinto sin luz lleno de las típicas debilidades de la rock’n’roll way of life… Pero eso es otra historia.
Se dice de Mar Otra Vez algo similar a lo que se decía de The Velvet Underground a mediados en los años 60 y 70: que no tuvieron éxito en su momento, no vendieron muchos discos, pero que todos los músicos que lo escuchaban formaban grupos intentando emularlos. Digo, sin pudor alguno, que fuimos pioneros de algo que ha tenido, parece ser, gran influencia internacional en muchos artistas multidisciplinares, tanto en el panorama de la música alternativa como en grupos tan famosos como Enrique Bunbury o Amaral.
Me permito la licencia de terminar este texto, que me han encargado mis amigos y compañeros, con un pequeño poema:
LAS VIDAS DEL ARTISTA
El artista vive dos vidas:
desde que nace hasta que muere
y desde que muere
hasta que vuelve a morir
en la memoria de los demás.
No sé cuál de las dos
estoy viviendo ahora.
Javier Pérez Corcobado
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